Identidad de género

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Las identidades son construcciones sociales, nos vinculan con una comunidad y se edifican a través de la afirmación de una diferencia. “Se trata de unsentimiento de pertenencia, real o imaginaria, a un grupo humano caracterizado por varios elementos comunes” (Vieytez, 2011) que “nos hace posibles, inteligibles para nosotros mismos y para los demás” (Coll- Planas, 2010).

Desde el punto de vista antropológico, el género es la interpretación  cultural e histórica que cada sociedad elabora en torno a la diferencia sexual, la identidad de género se conformaría así mediante la adquisición de aquellos atributos que cada sociedad define como propios de la feminidad y la masculinidad.

La identidad de género se refiere al sentimiento de ser ‘hombres’ o  ’mujeres’, pero también a las identidades no normativizadas como la ‘transexualidad’ y el ‘transgénero’, que conducen al cuestionamiento de la identidad de género como algo sujeto a dos categorías únicas y contrarias.

La definición de la identidad de género como algo múltiple rompe con al visión clásica del binomio sexo- género (dos sexos- dos géneros). Se entiende que los cuerpos ofrecen diferencias anatómicas de carácter natural, biológico, pero es la interpretación que hacemos de los cuerpos lo que los dota de significado.

Habría así dos elementos construidos, el género y el sexo, que actúan como bisagra a la hora de comprender nuestra identidad de género (nuestros comportamientos y subjetividades), nuestra identidad sexual (nuestros deseos y afectividades) y nuestras posibilidades de estar en sociedad (nuestros roles).

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Las identidades son indispensables para vivir en sociedad, pero conllevan la clasificación y estereotipación de las personas que las conforman. El patriarcado y la heteronormatividad están presentes en la construcción de nuestras identidades. Las personas estamos condicionadas por una estructura hegemónica, jerárquica y excluyente, que discrimina unas identidades frente a otras. La situación de reconocimiento y legitimidad social condiciona tanto nuestro sentimiento de pertenencia como la percepción de ‘los otros’.
Así, las mujeres han sido históricamente discriminadas, tomándose el patrón ‘hombre’ como modelo de referencia, y hasta en los contextos más progresistas, se sigue deplorando que un hombre adopte actitudes o comportamientos ‘propios de la feminidad’ y que las mujeres no cumplan con los mismos.
Cobra especial importancia la defensa y legitimación de las identidades múltiples que permiten a las personas ser parte de colectividades diversas más allá de sus preferencias afectivas, sexuales o de su identidad de género. Tenemos la opción de identificarnos como mujeres, como hombres o de otro modo que no encaje en ninguna de estas dos categorías, y también de tomar preferencias sexuales diversas respecto al deseo y al afecto. La lucha contra las relaciones de poder debe aunar a una multiplicidad de géneros, en contra de las definiciones clínicas y patologizantes de aquellas personas que no asumen las asignaciones de género que les dieron al nacer.

Bibliografía

  • Coll-Planas, G. (2010): La voluntad y el deseo. La construcción social del género y la sexualidad: el caso de lesbianas, gays y trans. Edit. Egales, Madrid.

  • Equipo Nahia (2013): Los deseos olvidados: La perspectiva de Géneros y de Diversidad Sexual en el trabajo de Cooperación y  Educación para la Ciudadanía Global. Bilbao.

  • Morales, A. I. (2007): ‘Género’, en Diccionario de Educación para el Desarrollo. Celorio, G. y López de Munain, A. (coords) Edit. Hegoa, Bilbao.

  • Ruiz  Vieytez, E. J. (2011): Juntos pero no revueltos. Sobre diversidad cultural, democracia y derechos humanos. Edit. Fundación Ellacuría. Gobierno vasco. Departamento de Empleo y Asuntos Sociales. Dirección de Inmigración y Gestión de la Diversidad, Vitoria-Gasteiz.

  • Weeks, J. (1996): Valores en una era de incertidumbre en Construyendo sidentidades estudios desde el corazón de una pandemia. Llamas, R. (comp.) Edit. S.XXI. Madrid.