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La identidad de género (especialmente el hecho de ser mujer o de desarrollar una identidad no normativizada, como las personas transexuales y transgénero); las preferencias sexuales no normativizadas (relaciones homosexuales o bisexuales); la ruptura de los roles de género en el marco de las relaciones afectivo sexuales; las prácticas sexuales no convencionales, etc. han sido causa de persecución que ha pasado históricamente desapercibida en el marco del derecho de asilo, pero cada vez son más los avances normativos en la materia que permiten dar respuesta a estas violencias mediante mecanismos de protección internacional.
Las mujeres, las personas homosexuales (hombres y mujeres) y las personas transexuales y transgénero son quienes sufren una mayor violación de sus derechos sexuales, a menudo incluso en contextos supuestamente democráticos y garantistas.