Es un término acuñado por la Psicología Positiva para denominar a un patrón de personalidad consistente en una serie de actitudes y acciones que ayudan a transformar las situaciones estresantes de potenciales desastres a oportunidades de crecimiento.
Entre las actitudes que destacan en el desarrollo de la personalidad resistente son:
El compromiso: creencia de que, a medida que los acontecimientos estresantes aumentan, es importante implicarse con las personas, las cosas y el entorno, en lugar de desvincularse, aislarse, o alienarse de las mismas.
El control: creencia de que es mejor seguir luchando por tener una influencia en los resultados de los sucesos que pasan alrededor, en lugar de caer en la pasividad y la impotencia.
El reto: asumir que la vida tiene una faceta estresante y querer aprender continuamente de la experiencia, ya sea esta positiva o negativa, en lugar de vivir evitando las incertidumbres y posibles amenazas.
A su vez, la personalidad resistente actúa a través de diferentes vías, entre ellas:
Contribuyendo a modificar las percepciones sobre el estímulo estresante: Las personas con personalidad resistente son más propensas a percibir los estímulos estresantes como positivos y controlables.
Induciendo a un determinado estilo de afrontamiento: Las características de personalidad resistente pueden moderar los efectos del estímulo estresante facilitando estrategias de afrontamiento adaptativas o inhibiendo estrategias poco adaptativas. Una persona puede percibir los estímulos potencialmente estresantes como oportunidades de crecimiento, por lo que les hace frente de manera optimista y activa (coping transformacional), en contraste con las personas que evitan o se separan de los estímulos potencialmente estresantes (coping regresivo).
Afectando indirectamente a las estrategias de afrontamiento a través de la influencia del apoyo social.
Favoreciendo cambios hacia determinados estilos de vida saludables: La variable hardiness influiría en determinadas prácticas como el ejercicio o el descanso, que repercutirían finalmente en la salud de la persona.
Estas características de personalidad no pueden entenderse como un rasgo inherente y estático sino como el resultado cambiante de la relación individuo-medio.