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La repatriación voluntaria puede ser una buena solución cuando han desaparecido los riesgos para la persona refugiada y ésta ha elegido libremente entre la opción de quedarse en el país de acogida y la de volver al país de origen. En todo caso, es esencial que se garantice el retorno con dignidad y con seguridad.
En muchas ocasiones los intereses económicos y políticos de las partes implicadas chocan con los intereses de las personas refugiadas y la salvaguarda de su dignidad y su seguridad. El derecho a volver jamás debe obligar a las personas refugiadas a dejar los lugares en donde han encontrado seguridad y rehecho su vida.