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Los Estados de la Unión Europea, en el ejercicio de su soberanía, tienen el derecho a decidir la orientación de sus políticas migratorias. Pero, tal y como defienden algunos autores, en ejercicio de esta potestad se están tomando medidas tan drásticas de cierre de fronteras que en la práctica se está vaciando de contenido el derecho a la libre circulación (De Lucas, Javier).Como argumenta la Comisión Andina de Juristas, “en un mundo de flujos, la circulación viene a ser un recurso fundamental al que todos los seres humanos deben tener acceso. En un mundo de globalización económica y de grandes desigualdades socioeconómicas, el derecho que toda persona tiene a la libre elección de su trabajo y a un nivel de vida adecuado parece difícil de lograr si no hay oportunidades de migrar”.El derecho a la libre circulación se convierte, por tanto, en un derecho imprescindible para el acceso a la igualdad. En el caso de las personas refugiadas, poder desplazarse es, muchas veces, la única garantía para poner la vida a salvo.Migreurop defiende que la Unión Europea sostiene una guerra contra las personas refugiadas e inmigrantes. Dos de las puertas de entrada a su territorio, Melilla y Lampedusa, así lo acreditan. La Unión Europea prioriza las políticas securitarias hasta el punto de considerar los movimientos migratorios como un desafío o amenaza para su defensa y seguridad. Se subordina cualquier otra consideración y se afronta la gestión de los flujos migratorios desde una lógica bélica.